viernes, 1 de enero de 2010

El Jarama, de Rafael Sanchez Ferlosio


TEXTO DE LA CONTRATAPA:

Madrid, años cincuenta. Once amigos deciden pasar un domingo de agosto en el campo, a orillas del río Jarama. La jornada transcurre plácidamente, entre la taberna del tío Mauricio, donde la gente se reúne para comer y jugar a las cartas, y una arboleda cercana al río. En ese provisional coto privado los escursionistas pasan sus día de asueto, entre paellas, discusiones cotidiana, baños de agua dulce y de sol y escarceos amorosos. Pero al acabar la jornada, ese pequeño paraíso se ve sacudido por un acontecimiento inesperado. Galardonada con el Premio Nadal y el Premio Nacional de la Crítica en 1956, esta novela, con su minucioso trabajo delenguaje y estructura, constituye uno de los hitos fundamentales de la narrativa española del siglo XX.




Según Wikipedia, el objetivo de la novela es:

presentar el contraste que existe entre la superficialidad e intrascendencia de las acciones y conversaciones de la ciudad, frente a la autenticidad y superioridad de la naturaleza.


Yo no la veo de ese modo. Aunque es cierto que hay una cierta contraposición entre el mundo rural y campestre (que no la naturaleza, no hay que confundir ambos términos) y el mundo de la gran ciudad, este último se presenta bajo la forma de unos jóvenes de ambos sexos solteros con sus inquietudes de formar familia y ganarse la vida, mientras el primero es más apegado a las tradiciones.

Desde el punto de vista de una persona que nació 3 años después de escrita la novela, que vivió en su infancia los 60 y en su adolescencia los 70, esta novela se interpetra más desde el punto de vista de la antropología, o si se prefiere, desde el punto de vista de la historia de las costumbres sociales. La novela es, en al menos tres cuartas partes, puro diálogo. Y en estos diálogos se puede ver la manera de hablar de la gente del centro de la península hace más de medio siglo.

Por ejemplo, nada más empezar, cuando Demetrio lleva a Mauricio dos barras de hielo, cajas de cervezas y de gaseosas:


- ¿Donde dejastes el carro, que no lo hemos oído?
- Pues a la sombra. ¿Donde querías que lo dejase?
- Ya. Me extrañaba. ¿Las cajas las traes también?
- Si, dos; la una de cerveza y la otra de gaseosa.; ¿no era eso?


Aqui se puede ver que no sólo el uso excesivo del artículo la, sino también que en los años 50 las neveras eran pura cajas más o menos aisladas del clima exterior donde guardar los bloques de hielo junto a la bebida y la comida a conservar, barras de hielo que eran servidas a domicilio por el vendedor de hielo, trabajo temporal típico del verano.

La novela no sólo es una novela dialogada, a diferencia de la novela de fines del siglo XX y principios del XXI, donde los diálogos escasean, sino que además no hay división entre personajes principales o secundarios, ya que no narra la vida o acontecimientos que le pasan a una persona, sino que está llena de personajes que podríamos decir, son todos secundarios, por no haber ninguno principal. Además de los amigos jóvenes todos de Madrid, hay alguna que otra familia con hijos pequeños, y los propios habitantes del lugar.

Lectura recomnedable.

Tampoco está de más recordar que es exactamente el río Jarama.

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