lunes, 13 de septiembre de 2010

Poderoso caballero es don Dinero

Poderoso caballero
Es don Dinero.
Madre, yo al oro me humillo:
El es mi amante y mi amado
Pues de puro enamorado,
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nace en las Indias honrado..
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Es galán y es como un oro,
Tiene quebrado el color,
Persona de gran valor,
Tan cristiano como moro;
Pues que da y quita el decoro
Y quebranta cualquier fuero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Son sus padres principales
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son reales;
Y pues es quien hace iguales
Al duque y al ganadero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Mas ¿a quien no maravilla
Ver en su gloria sin tasa
Que es lo menos de su casa
Doña Blanca de Castilla?..
Pero pues da al baxo silla
Y al cobarde hace guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Sus escudos de armas nobles
Son siempre tan principales,
Que sin sus escudos reales
No hay escudos de armas dobles;
Y pues a los mismos robles
Da codicia su minero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Por importar en los tratos
Y dar tan buenos consejos,
En las casas de los viejos
Gatos le guardan de gatos.
Y pues él rompe recatos
Y ablanda al juez más severo,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Y es tanta su majestad
(Aunque son sus duelos hartos)
Que con haberle hecho cuartos
No pierde su autoridad;
Pero pues da calidad
Al noble y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nunca vi damas ingratas
A su gusto y afición,
Que a las caras de un doblón
Hacen sus caras baratas.
Y pues las hace bravatas
Desde una bolsa de cuero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Más valen en Cualquier tierra,
Mirad si es harto sagaz,
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra. Y pues al pobre le entierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Rampa, Lobsang - El tercer ojo


— ¡Oéh! ¡Con cuatro años ya, no es capaz de sostenerse sobre un caballo!

¡Nunca serás un hombre! ¿Qué dirá tu noble padre?

Con estas palabras, el viejo Tzu atizó al pony -y al desdichado jinete- un buen trancazo en las ancas y escupió en el polvo.

Los dorados tejados y cúpulas del Potala relucían deslumbrantes con el sol. Más cerca, las aguas azules del lago del Templo de la Serpiente se rizaban al paso de las aves acuáticas. A lo lejos, en el camino de piedra, sonaban los gritos de los que daban prisa a los pesados y lentos yaks que salían de Lhasa. Y también sonaban por allí los bmmm, bmmm, bmmm de las trompetas, de un bajo profundo, con las que ensayaban los monjes-músicos en las afueras, apartados de los curiosos.

Pero yo no podía prestar atención a estos detalles de la vida cotidiana.

Todo mi cuidado era poco para poder mantenerme en equilibrio sobre mi rebelde caballito. Nakkim pensaba en otras cosas. Por lo pronto, en librarse de su jinete y poder así pastar, correr y patalear a sus anchas por los prados.

El viejo Tzu era un ayo duro e inabordable. Toda su vida había sido inflexible y áspero, y ahora, como custodio y maestro de equitación de un chico de cuatro años, perdía muchas veces la paciencia. Tanto él como otros Se ponían aquellas hombreras abultadas para hacer aún más imponente su aspecto, se ennegrecían el rostro para resultar más feroces y llevaban largos garrotes que no vacilaban en utilizar en cuanto algún malhechor se les ponía a mano.

Stocker, Bram - Drácula - recetas

Salimos con bastante buen tiempo, y era noche cerrada cuando llegamos a Klausen- burg, donde pasé la noche en el hotel Royale. En la comida, o mejor dicho, en la cena, comí pollo preparado con pimentón rojo, que estaba muy sabroso, pero que me dio mucha sed (Recordar obtener la receta para Mina). Le pregunté al camarero y me dijo que se llamaba “paprika hendl”, y que, como era un plato nacional, me sería muy fácil obtenerlo en cualquier lugar de los Cárpatos. Descubrí que mis escasos conocimientos del alemán me servían allí de mucho; de hecho, no sé cómo me las habría arreglado sin ellos. Como dispuse de algún tiempo libre cuando estuve en Londres, visité el British Museum y estudié los libros y mapas de la biblioteca que se referían a Transilvania; se me había ocurrido que un previo conocimiento del país siempre sería de utilidad e importancia para tratar con un noble de la región. Descubrí que el distrito que él me había mencionado se encontraba en el extremo oriental del país, justamente en la frontera de tres estados: Transilvania, Moldavia y Bucovina, en el centro de los montes Cárpatos; una de las partes más salvajes y menos conocidas de Europa. No pude descubrir ningún mapa ni obra que arrojara luz sobre la exacta localización del castillo de Drácula, pues no hay mapas en este país que se puedan comparar en exactitud con los nuestros; pero descubrí que Bistritz, el pueblo de posta mencionado por el conde Drácula, era un lugar bastante conocido. Voy a incluir aquí algunas de mis notas, pues pueden refrescarme la memoria cuando le relate mis viajes a Mina.

No dormí bien, aunque mi cama era suficientemente cómoda, pues tuve toda clase de extraños sueños. Durante toda la noche un perro aulló bajo mi ventana, lo cual puede haber tenido que ver algo con ello; o puede haber sido también el pimentón, puesto que tuve que beberme toda el agua de mi garrafón, y todavía me quedé sediento. Ya de madrugada me dormí, pero fui despertado por unos golpes insistentes en mi puerta, por lo que supongo que en esos momentos estaba durmiendo profundamente. Comí más pimentón en el desayuno, una especie de potaje hecho de harina de maíz que dicen era “mamaliga”, y berenjena rellena con picadillo, un excelente plato al cual llaman “impletata” (recordar obtener también la receta de esto). Me apresuré a desayunarme, ya que el tren salía un poco después de las ocho, o, mejor dicho, debió haber salido, pues después de correr a la estación a las siete y media tuve que aguardar sentado en el vagón durante más de una hora antes de que nos pusiéramos en movimiento. Me parece que cuanto más al este se vaya, menos puntuales son los trenes. ¿Cómo serán en China?



INGREDIENTES:

  • 1 Pollo
  • 2 Cucharadas de aceite de oliva
  • 2 cebollas grandes picadas
  • 2 ó 3 dientes se ajo
  • 2 cucharadas soperas de pimentón
  • 1/2 taza de salsa de tomate
  • 2 cucharaditas de harina
  • 1/2 taza queso Finlandia

PREPARACIÓN:

  • Cortar el pollo en trozos y salpimentar
  • Dorar ligeramente las dos cebollas y los dientes de ajo en el aceite y mezclar con la mitad del pimentón. Añadir la salsa de tomate y el pollo. Cubrir a fuego lento hasta que quede tierno o 1 hora. Dacar el pollo y reservar.
  • Añadir el resto del pimentón a la salsa , después añadir la harina al queso Finlandia, cocinar a fuego lento revolviendo durante cinco minutos o hasta que queden bien mezclados los ingredientes.
  • Pasar la salsa a través de un tamiz, colador o triturar.
  • Colocar el pollo sobre la salsa y calentar.
  • Colocar el pollo en un plato, poner la mitad de la salsa encima y la otra mitad en una salsera.


En la receta que yo encontré en inglés pone acompañar con Flour Dumplings (masa de harina hervida en agua) pero creo que como acompañamiento es mejor el arroz (blanco o integral) cocido, puré de patatas o patatas fritas (o incluso cocer patatas en la misma salsa).

domingo, 12 de septiembre de 2010

Últimás cartas desde la locura.





ARLES (octubre de 1888-Mayo de 1889)

Mi querido Théo:
Gracias por tu carta; pero mira que esta vez he languidecido; mi dinero se había terminado el jueves, así que hasta el mediodía del lunes, resultó terriblemente largo.

Durante esos cuatro días he vivido principalmente de 23 cafés y del pan que todavía tengo que pagar. No es culpa tuya; si la hay es mía. Porque he estado desesperado por ver mis cuadros enmarcados y he pedido demasiado para mi presupuesto, ya que el mes de alquiler y la criada también había que pagarlos. También aun hoy, volveré a arruinarme, porque debo comprar la tela y prepararla yo mismo, ya que la de Tasset no ha venido todavía. ¿Quisieras preguntarle lo más pronto posible si la ha enviado?; 10 metros o por lo menos 5 de tela común a 2 fr. 50. [...]

[...] ¿Sabes cuánto me queda para la semana y aún después de 4 días de rígido ayuno? Justo 6 francos. Hoy es lunes, el día mismo que recibo tu carta. He comido a mediodía, pero esta tarde será preciso que coma un pedazo de pan. Y todo continúa sin ninguna novedad, sea en la casa o en los cuadros. Porque no tengo desde hace por lo menos 3 semanas de dónde sacar tres francos...




Que el mundo está loco, loco, loco es cosa bien sabida desde tiempos inmemoriales. Que Van Gogh vendiera un solo cuadro en toda su vida y pasara hambre y necesidad, y ahora sus cuadros valgan millones, lo demuestra. Enlace eMule.

El Lazarillo de Tormes - Tratado primero


Pues sepa V.M. ante todas cosas que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tome el sobrenombre, y fue desta manera. Mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una aceña, que esta ribera de aquel río, en la cual fue molinero mas de quince años; y estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí: de manera que con verdad puedo decir nacido en el río.

Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo que fue preso, y confesó y no negó y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está en la Gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre, que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho, con cargo de acemilero de un caballero que allá fue, y con su señor, como leal criado, feneció su vida.

Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno dellos, y vínose a vivir a la ciudad, y alquiló una casilla, y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del Comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas. Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban, vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa, y se iba a la mañana; otras veces de día llegaba a la puerta, en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne, y en el invierno leños, a que nos calentábamos.

Para leer más.