jueves, 1 de octubre de 2009

Labordeta, Jose Antonio


Fuente.
SENTADO EN EL VIEJO SILLÓN
Sentado en el viejo sillón de la azotea
mientras repican los tambores del Viernes Santo
a los pies de mi vieja casa,
veo a mi padre perdido en el gran naufragio
de su España republicana.
Apenas una mueca de dolor,
una mirada ausente
y una lágrima limpia
por lo que nunca fue
aunque jamás
perdida la esperanza.

CADA TARDE
Cada tarde
un viento huracanado
me estremece.
Son las sombras de todos los ancestros
y la linea final
de este viejo y siniestro Labordeta.
De mi no queda casi nada
y ellos, que se lo saben,
me asedian en las tardes de cierzo
como si nada quedara del recuerdo.
Se van.Nos vamos.todos.
La espernaza se quedó arrinconada,
la libertad se tambalea
y todo lo que pensamos que un día llegaría
se ha quedado desierto en la memoria.
Tardes de fabula dorada
muertas en el secuestro de los días.

EN EL LADO FELIZ
En el lado feliz
mis nietas me saludan
con el jolgorio de los dias de fiesta.
Rien, saltan, se combaten entre ellas mismas
la alegria de ver la vida como un río sin fin,
sin fondo. Como si el mar
llegase a nuestra puerta.
Ante tanto diluvio de alegría
a este viejo poeta abandonado
solo le queda la memoria,
la inestable memoria de los vagos recuerdos
olvidados.
Gracias a que la vida está entre ellas
rompiendome la cruz de los silencios,
la vaguedad inutil del desierto
y la cumbre final de una montaña
me siento como vivo.
Como un ser humano acompañado.


Jose Antonio Labordeta.


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