viernes, 17 de julio de 2009

Muerte en la tarde, de Hemingway, Ernest

SINOPSIS DE MUERTE EN LA TARDE: Teniendo en cuenta que Hemingway estaba acostumbrado desde muy niño a la muerte de animales (recordemos que pescaba y cazaba desde niño) y desde los 19 años fue conductor de ambulancias en el frente europeo, no es de extrañar que considerara a los amantes de los animales como más capaces de infringir daño a los humanos que a los animales: «Creo, por mi experiencia y mis observaciones, que los que se identifican con los animales, los amigos profesionales de los perros y otros animales, son capaces de mayor crueldad con los seres humanos que los que no se identifican espontáneamente con los animales». Habla de la muerte de los caballos en los ruedos como cómicas, y, como se da cuenta de que su biografía hasta entonces juega en su contra en este punto, aduce que otras personas a las que invitó a los toros (supongo que extranjeros) no se mostraban tan horrorizadas como era de prever. Entonces los caballos de los picadores salían sin proteger a la plaza, la mayoría de estas bestias eran caballos desechados por viejos por los agricultores y ganaderos, y lo único que se le pedía era que estuvieran de pie y no salieran corriendo (para ello se le tapaban los ojos). Compara a la fiesta nacional con las bebidas y el vino. Al principio se valoran los vinos jovenes, espumosos, dulces, y conforme se va adentrando en el mundo del vino, se valoran los vinos tintos, con cuerpo, con sabor profundo. Del mismo modo, los que se acercan a la corrida por primera vez gozarán del espectáculo «pintoresco del paseíllo, el color, el espectáculo, los faroles y los molinetes, el torero que toca con la mano el hocico del toro o le acaricia los cuernos y todas esas cosas inútiles y románticas que al espectador le gusta. Le gusta ver protegidos a los caballos, ya que esto le libra de visiones desagradables y aplaude todas las reformas de ese género. Pero cuando, a fuerza de experiencia, ha conseguido apreciar cuáles son los verdaderos valores ... quiere ver a los caballos sin peto y prefiere ver las heridas y hasta la muerte, antes de verlos padecer por culpa del equipo destinado a permitir que padezcan evitando el sufrimientos del expectador". Hemingway argumenta que los caballos al ser empitonados por los toros no sufren hasta que pasa un buen rato «por la acción de los gases y de la peritonitis que empieza a producirse; mientras que, por el contrario, una simple rotura de ligamentos o una simple fractura provoca un sufrimiento inmediato y terrible". Una frase me ha llamado la atención: «Para mi, que no soy torero y los suicidas me interesan mucho... ». Otra frase en el libro que alude a los suicidas: «No hay hombre más solo a la hora de la muerte, excepto el suicida, que quien ha vivido muchos años con una buena esposa, a la que sobrevive.»

Por lo demás, Ernest Hemingway habla de
  • las novilladas
  • de los toros y la Iglesia Católica
  • de los toreros y las plegarias a la Virgen antes de la corrida
  • de las reglas escritas y no escritas del toreo
  • de los festejos populares con toros (las capeas), donde a diferencia del espectáculo en las plazas reglamentadas, el toro no fenece, y es toreado una y otra vez, cada vez en una fiesta distinta, con lo que el toro aprende a buscar al torero aficionado, al maletilla, en vez de seguir el engaño del capote o la muleta
  • del sorteo de los toros
  • de la reventa de entradas
  • de los abonos de feria
  • de lo dura que es la vida de los toreros, siempre viajando sin casi descansar por el afán de ganar mucho dinero, llegando alguno a hacer 100 corridas en una temporada
  • de los toros de antes, más grandes, con cuernos más grandes y con más edad que los de su tiempo, más jóvenes, con menos peso y con astas más pequeñas
  • de los mejores meses y las mejores ferias para ver los toros
  • que de los caballos de los picadores corneados sale a veces aserrín de las tripas
  • de la tuberculosis y las enfermedades venéreas, que según él, atacan a los toreros casi como si fueran enfermedades profesionales («más cornadas dan las mujeres» llega a afirmar en un chiste machista)
  • de algunos toros famosos
  • de la crianza de los toros bravos en el campo
  • del mareaje o marcado de los toros (también llamado herradero) cuando aún son novillos
  • de la tienta
  • de la vida sexual de los toros
  • de los toros diestros y zurdos
  • de los toros asesinos
También hay una descripción técnica de las corridas de toros que pretende ser un manual de tauromaquia para extranjeros.

Por supuesto, Hemingway hace una loa del toro bravo de verdad: «... un toro verdaderamente bravo, un toro que embiste rectamente y responde a todos los envites, que se hace más bravo con cada castigo y que tiene esa cualidad técnica que los españoles llaman nobleza".

Por otra parte, nombra a toreros de su época, como

Críticos taurinos: Gregorio Corrochano del ABC, a

Locales comerciales citados: el café de Fornos

Una visión de Muerte en la tarde.

Ganaderías:


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